En la práctica médica, el paro cardiorrespiratorio (PCR) en
la mujer embarazada es un evento raro. Generalmente, las mujeres gestantes son
jóvenes y sanas, por lo que el riesgo de muerte súbita es bajo. Se debe considerar como un escenario único,
pues envuelve dos pacientes simultáneamente: la madre y el feto. Al igual como
sucede en la reanimación del paciente adulto, la reanimación de la paciente
obstétrica requiere de una serie de pasos secuenciales, maniobras específicas y
ciertas habilidades para mejorar el pronóstico materno fetal. Para lograr esto, se requiere tener en cuenta
algunas condiciones especiales dadas por los cambios fisiológicos asociados a
la gestación, los eventos que desencadenaron el paro cardiorespiratorio y la
condición fetal.
Etiologías comunes del paro cardíaco materno:
Cambios fisiológicos
durante el embarazo:
Existen cambios a nivel circulatorio, pulmonar, digestivo y
de vías aéreas que van a tener un impacto directo al momento de realizar una
reanimación cardiopulmonar en la paciente embarazada, sobre todo cuando el paro
se presenta posterior a la semana 20 de gestación.
Circulatorio:
El
organismo tiene que realizar cambios a fin de poder oxigenar adecuadamente al
feto, por ello debe aumentar el flujo sanguíneo uterino; tiene que compensar la
compresión aorto cava al adoptar la posición supina y tiene que prepararse para
la pérdida sanguínea durante el parto. Para ello el volumen plasmático aumenta
entre 25 y 80%, dependiendo de la evolución del embarazo.
Respiratorio:
Debido al aumento en el consumo de oxígeno por el feto, el útero y la placenta,
la tasa metabólica se encuentra aumentada, produciéndose por consecuencia una
mayor cantidad de dióxido de carbono. Las concentraciones plasmáticas
aumentadas de progesterona provocan un aumento en el volumen tidal y el volumen
minuto, lo que tienden a compensar estos requerimientos aumentados.
Gastrointestinal:
Enlentecimiento de la motilidad gastrointestinal y disminución del tono del
esfínter gastroesofágico, haciéndola más propensa a la broncoaspiración.
Compresión aorto cava:
Uno de los cambios que más influencia tiene sobre la reanimación cardiopulmonar
es la compresión aorto cava. Alrededor de la semana 20 de gestación el crecimiento
uterino ha alcanzado un volumen tan extenso que al adoptarse la posición supina
el útero ocluye en forma importante la vena cava inferior y la aorta a nivel
infrarrenal, impidiendo el retorno venoso y bajando considerablemente el gasto
cardíaco.
Alteraciones
farmacológicas:
La mayor parte de las drogas vaso activas: adrenalina,
noradrenalina, dopamina, dobutamina, etc., producirán alteraciones en la
circulación útero placentaria. Durante la reanimación cardiopulmonar a pesar de
la influencia que tengan estas drogas sobre el feto, deberán de ser utilizadas
a las dosis recomendadas, ya que la única posibilidad de sobrevivencia del feto
implica que la madre mejore su condición hemodinámica.
Soporte vital básico:
Una vez documentado el PCR se deben iniciar, de inmediato,
las compresiones torácicas y el manejo de la vía aérea, mientras se notifica al resto del
equipo de reanimación. Al mismo tiempo, y si el fondo uterino se encuentra a la
altura umbilical (más de 20 semanas de gestación aproximadamente), se debe
aliviar la compresión aorto-cava, por medio del desplazamiento uterino manual
hacia la izquierda., sin necesidad de realizar la maniobra de lateralización
que impide realizar compresiones efectivas.
Las compresiones efectivas incluyen los siguientes aspectos:
Tener una frecuencia entre 100 y 120 latidos por minuto; las manos del
reanimador deben ubicarse en el centro del torax, igual que en las pacientes no
embarazadas; Profundidad mínima de 2 pulgadas (5cm) y permitir el retroceso
completo del tórax; Evitar las interrupciones; proporcionar ventilación con
bolsa-válvula-máscara con oxígeno al 100% /15 litros/min) con una relación de
compresión-ventilación de 30:2; la desfibrilación temprana se debe proporcionar
tan pronto esté disponible y sea apropiado (FV o TV). Sin embargo los ritmos
más frecuentes de paro son no desfibrilables. La energía de choque son 120 a
200 J; la ubicación de la paleta anterolateral debe ser por debajo de la mama.
Soporte vital avanzado:
El manejo de la vía aérea es uno de los pilares de la
reanimación en la gestante. A la hora de abordar este problema debemos tener en
cuenta las consideraciones anatómicas y los cambios fisiológicos que llevan a
la disminución en la reserva de oxígeno y hacen particularmente vulnerable a la
mujer embarazada a presentar hipoxemia. Otros cambios anatómicos incluyen edema
de las vías respiratorias, friabilidad de la mucosa y aumento de secreciones
con incremento del riesgo de hemorragia con la inserción de tubos gástricos o
traqueales. Se debe considerar siempre como vía a aérea difícil. La intubación
orotraqueal (IOT) debe ser realizada por el más experto del equipo reanimador,
con un diámetro de 6.0 – 7.0 para incrementar la probabilidad de intubación
exitosa.
Si la paciente ha estado recibiendo sulfato de magnesio,
suspenda la infusión y administre gluconato/cloruro de calcio IV. La toxicidad
por magnesio tiene un amplio espectro de presentaciones, que van desde
alteraciones hidroelectrolíticas, compromiso neurológico, hasta despresión
respiratoria y paro cardiorespiratorio.
El manejo de los medicamentos es similar a los adultos. El
vasopresor de elección es epinefrina a dosis de 1 mg IV el cual debe
administrarse tempranamente y repetirse cada 3 a 5 minutos.
La identificación de las condiciones que precipitaron el
evento es de crucial importancia para poder implementar las estrategias que
permitan lograr el retorno a circulación espontanea.
Cesárea de emergencia en PCR:
Existe la posibilidad de que después de instauradas las
maniobras de reanimación, no haya retorno a la circulación espontánea. En estos
casos, es necesario pensar en la posibilidad de la cesarea perimortem con el
fin de intentar salvar la vida en la madre y del feto en caso de que éste sea
viable, mejorando los esfuerzos de resucitación al aliviar la compresión
aorto-cava, lo que resulta en un aumento del 60% al 80% en el GC. Este procedimiento se debe considerar a los 4
minutos del inicio del paro cardíaco materno y completarse al quinto minuto del
paro no presenciado. Cualquier técnica de incisión es aceptable, en caso de
trauma es mejor la incisión vertical ya que provee mejor visualización del
abdomen.
Cuidados postparo:
Estos cuidados van dirigidos a optimizar la función
cardiopulmonar y la perfusión sistémica,, especialmente la profusión cerebral;
identificar la causa que desencadenó el evento, si aun no se ha hecho e iniciar
su manejo; establecer medidas para prevenir la recurrencia y mejorar el
pronóstico neurológico.
Si se logra el retronó a circulación espontánea sin
necesidad de llevar a cabo cesárea de emergencia, se recomienda llevar
inmediatamente en decúbito lateral izquierdo a cirugía para mejorar los
parámetros hemodinámicos y prevenir la recurrencia del paro. Considerar el uso
de antibióticos profilácticos y oxitocina posterior a la cesare; sin embargo la
oxitocina precipita isquemia cardiaca por lo que debe ser usada con precaución.
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