Es una herramienta que se utiliza cada vez más en los
servicios de urgencias y emergencias, para garantizar el adecuado aporte de
oxígeno a los tejidos en el paciente crítico. Ayuda a establecer el diagnóstico
diferencial de las posibles causas de shock y a optimizar el tratamiento,
cuantificar sus efectos y evitar las posibles complicaciones derivadas del
mismo. Los métodos convencionales de monitorización, por sí solos, se han
mostrado insuficientes o poco eficientes, como la presión venosa central
(SvcO2), para la evaluación hemodinámica de los pacientes críticos. En los
últimos años el desarrollo tecnológico ha permitido disponer de monitores que
miden de forma continua el gasto cardíaco (GC) del paciente de forma no
invasiva (mediante electrodos cutáneos manguito hinchable digital o sensores de
fotoespectrometría) o mínimamente invasiva (mediante la canalización de una
arteria periférica).
Los factores clave a la hora de elegir el tipo
de monitorización hemodinámica en urgencias son la complejidad del cuadro, el
tiempo de evolución de la hipoperfusión y la disponibilidad de equipos en
nuestro ámbito de trabajo. Una técnica menos invasiva puede ser preferible si
puede obtenerse más rápida y fácilmente, incluso si es ligeramente menos
exacta, especialmente en situaciones en las que se requiere una valoración
rápida de la situación del paciente.
Todos los monitores aportan un conjunto mínimo
básico de datos hemodinámicos que son la clave de su uso, tales como el GC e IC
y los valores predictores de precarga, como la variabilidad de la presión de
pulso (VPP) y variabilidad del volumen sistólico (VVS), que se expresan en
porcentaje. El resto de parámetros relacionados con la contractilidad, el
rendimiento cardiaco y las resistencias vasculares dependen de cada monitor y
su interpretación es más controvertida
El método considerado como patrón oro para la
medición del GC desde su introducción en 1970 es el obtenido por termodilución
con el catéter de la arteria pulmonar
Este método sigue siendo el método de
referencia en clínica, aunque su uso ha disminuido debido a su invasividad y a
la controversia sobre sus indicaciones y posibles complicaciones útiles en
urgencias y emergencias21,22 . A efectos prácticos los sistemas de
monitorización se podrían dividir en dos grupos: los mínimamente invasivos y
los no invasivos.
Monitores
mínimamente invasivos:
Su característica común es que necesitan de la
canalización de una arteria periférica, habitualmente la radial.
La mayoría de ellos se basa en el análisis del
contorno de la onda de pulso según la formula enunciada por Otto Frank,
mediante la cual se puede estimar el volumen sistólico (VS) a través del
análisis de la porción sistólica de la curva de presión arterial 23 . Los
valores del GC se obtienen mediante el producto del VS por la frecuencia del
pulso. La mayor parte proporcionan de forma continua variables de precarga,
poscarga y contractilidad y además calculan la VPP o el VVS, lo que permite
dirigir la fluidoterapia y analizar la respuesta al volumen. La diferencia
entre los aparatos existentes estriba en cómo cada monitor calcula el VS a
través de la onda de pulso arterial, en los algoritmos que usan, en el modo de
calibración, en el lugar de canalización arterial, en los pará- metros
analizados y en la exactitud con la que determinan el GC.
Para la
utilización de este tipo de monitores es necesario:
- Monitor con módulo de medición de presiones.
- Bolsa de solución salina de 500-1.000 cc con sistema de manguito de presurización.
- Tubo de conducción rígido de líquidos de 150 cm estándar.
- Sistemas de traducción con llaves de tres pasos para conexiones y realizar el cero.
- Canalización de la arteria radial: Las complicaciones son infrecuentes (< 1%) e incluyen vasoespasmo tran sitorio, hematoma local, trombosis, infección o lesión de estructuras vecinas.
Monitores
no invasivos:
Se caracterizan por no precisar de una técnica
invasiva. La detección del VS se realiza a través de electrodos cutáneos.
Los
sistemas no invasivos solo requieren:
- Medidas de limpieza de la zona donde se colocan las pegatinas con alcohol y secado posterior.
- Inserción en el lugar recomendado por el fabricante.
- Colocación del manguito de medición de PA.
- Encendido y, si precisa, calibración del monitor.
De
forma general, aquellos pacientes más graves, complejos y que precisen una
monitorización más precisa se beneficiarán de monitores más invasivos, mientras
que los monitores no invasivos serán de gran utilidad en pacientes menos graves
o en plantas de hospitalización convencional.
Valoración
e interpretación de las principales variables hemodinámicas:
Monitorización
del GC:
Es una determinación fundamental que evalúa la
función cardiaca global. Este parámetro hemodinámico depende de la
contractilidad, pero también de la precarga y de la postcarga. Generalmente se
empleará el IC como medida de referencia, cuyos valores normales se sitúan
entre 2,5 y 4,5 L/min/m. Permite clasificar a los pacientes en unos patrones
hemodinámicos desde un punto de vista fisiopatológico (bajo gasto en la IC
grave o hipovolemia; estado hiperdinámico en pacientes con sobrecarga de
volumen, hipertiroidismo, sepsis…).
Evaluación
de la precarga:
Solo el 50% de los pacientes críticos
responden a la administración de fluidos incrementando su volumen sistólico
(VS) y su GC. Desde un punto de vista práctico es fundamental identificar a
aquellos pacientes que son precarga-dependientes (que responden a la infusión
de líquidos) de aquellos que no responden. En estos últimos, la administración
de fluidos podría generar yatrogenia.
Los parámetros más estudiados son la VPP y VVS
durante un ciclo respiratorio en pacientes sometidos a ventilación mecánica,
basándose en la interacción corazón-pulmón. Valores superiores al 15% de la VPP y de un
10% de la VVS predicen la respuesta al aporte de volumen con una alta
sensibilidad y especificidad, aunque es preferible evaluar VVP frente a la VVS,
ya que la presión del pulso es un parámetro medido mientras que el VS es un
parámetros estimado.
Contractilidad:
La contractilidad se define como la capacidad del corazón para generar
trabajo de forma independiente de las condiciones de carga. determinados pará-
metros obtenidos de forma no invasiva o mínimamente invasiva a través del
análisis del contorno de la onda de pulso arterial y de la morfología de la
curva de PA permiten cuantificar de una forma sencilla el estado de
contractilidad del corazón y el acoplamiento ventrículoarterial como medida
indirecta del trabajo miocárdico.
Postcarga:
Los valores de postcarga, como el índice de resistencias vasculares
sistémicas (IRVS) cuyas cifras normales oscilan entre 1.400 y 2.400
dynas/seg/m2 , son valores derivados del cálculo del GC y por tanto deben
interpretarse con mucha precaución, ya que no son medidos directamente por el
monitor
A la hora de escoger el sistema de
monitorización, deberemos tener en cuenta la tecnología disponible en nuestro
servicio, la experiencia con cada uno de los sistemas, el sitio donde se va a
realizar la monitorización, el coste-efectividad, así como factores propios del
paciente. Aquellos pacientes más graves, complejos y que precisen una
monitorización más precisa se beneficiarán de monitores más invasi vos,
mientras que los monitores no invasivos serán de gran utilidad en pacientes
menos graves en los servicios de urgencias o en plantas de hospitalización
convencional.
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